domingo, agosto 25

By E.I.I.Social
| domingo, agosto 25, 2013
mejor fiesta del año”, como dijeron sus compañeros. Zolnoor, que tiene ahora 22 años de edad, era un adolescente activo hasta que tuvo la enfermedad de Crohn.
“Iba a fiestas, me gustaba estar con los amigos, escuchar música. Salía los viernes y sábados por la noche. Los domingos resolvía todo lo que me faltaba antes de empezar la semana”, dice Zolnoor, residente en Kendall.

Una vez diagnosticado con la enfermedad de Crohn: “Los viernes en la noche no me quería mover. Los sábados en la noche me quedaba en la cama. Los domingos, ni siquiera me importaba”, relata. “Eso es lo que te hace esa enfermedad. Me quedaba mirando fijamente a la pared”.

Crohn es un tipo de enfermedad inflamatoria del intestino en la que un trastorno del sistema inmunológico provoca que ciertas proteínas en la cubierta del tracto intestinal sean atacadas, dice el Dr. William Muiños, gastroenterólogo pediátrico y director asociado de la División de Gastroenterología del Miami Children’s Hospital. Los síntomas incluyen pérdida significativa de peso, dolor severo en el abdomen, diarrea y fiebre.

“Es muy difícil socialmente, especialmente cuando eres adolescente y tienes que ir al baño cinco veces durante la clase de matemáticas”, dice Muiños. La enfermedad de Crohn es una de muchas condiciones digestivas que son comunes en niños y adolescentes.
El Dr. Mario Taño, gastroenterólogo pediátrico en el Children’s Hospital Joe DiMaggio en Hollywood, divide los problemas digestivos de los niños en dos grupos: funcional, causados por mala alimentación, falta de actividad, visitas irregulares al baño o de estímulos externos como el estrés, y los relacionados con alguna enfermedad que son causados por una condición médica.
Cuando se trata de condiciones digestivas funcionales en los niños, el estrés del regreso a clase es tan culpable como la dieta o la falta de actividad.

“Vemos un aumento de dolores abdominales pediátricos durante las primeras semanas del comienzo de clases”, dice Muiños. “Esto es un fenónemo real que está relacionado con el estímulo externo en el mundo. Cuando los niños van a la escuela, en especial los más pequeños, padecen un tipo de ansiedad de separación. Van a conocer una nueva maestra y nuevos amigos y eso los pone nerviosos”.
El síndrome del intestino irritable (que no debe confundirse con la enfermedad inflamatoria del intestino, que es un término general para una condición relacionada a la enfermedad) es un desorden digestivo funcional que puede afectar el intestino superior o inferior. Mientras que la dispepsia no péptica ocurre en la parte superior del intestino y resulta en la producción de más ácido, la colitis espástica sucede en el intestino inferior y provoca calambres y diarrea sin que haya inflamación en el tracto digestivo, dice Muiños.

Un cambio en la dieta del niño puede ayudar a tratar ambos, comidas altas en proteínas, como clara de huevos y frutas, son mejores que los cereales azucarados y la chocolatina.
A menudo se ve el estreñimiento en los niños más jóvenes, que tienden a evitar ir al baño aun cuando tienen la urgencia, dice Taño.
“Eventualmente, al comer todos los días y no evacuar todos los días, acaba causando dolor cuando va al baño”, dice. “Esto se convierte en estreñimiento crónico”.
Taño recomienda a sus pacientes jóvenes que traten de ir al baño por lo menos un día sí y otro no.
Cuando un paciente joven entra a la oficina de Taño en Joe DiMaggio quejándose de calambres o movimientos irregulares del intestino, lo primero es componer su historial médico haciendo una serie de preguntas.

“Primero trato de ser como Sherlock Holmes en cuanto al historial”, dice. “¿Por cuánto tiempo ha tenido el dolor? ¿Dónde? ¿Está siempre ahí o va y viene? ¿Qué lo provoca? Antes de que te des cuenta, sin poner las manos en el niño ya sé si es algo serio o no”.
Si es algo más serio, posiblemente caiga bajo la categoría relacionada a enfermedades de problemas digestivos en niños.

La Dra. Jennifer García, gastroenteróloga pediátrica en Holtz Children’s Hospital de la Universidad de Miami, en el Centro Médico Jackson Memorial, agrupa los desórdenes digestivos basados en la edad del niño:
El reflujo y las alergias son más comunes en infantes. García explica que en el reflujo, la válvula que divide el esófago y el estómago no cierra adecuadamente, la comida vuelve a subir y el bebé vomita. Los bebés pueden también desarrollar alergias, usualmente con la fórmula.
“Ambos presentan un mismo problema: el bebe está incómodo y no quiere comer”, comenta.
La gastritis y la infección por H. pylori son más comunes en niños entre las edades de cuatro a 11 años. En la gastritis, el estómago o los intestinos se inflaman debido a un virus. “En lugar de que el virus le provoque tos y resfrío, le hace vomitar”, dice García.
La infección por H. pylori, una bacteria que se transmite de niño en niño, ocurre especialmente entre niños en escuela intermedia.

La enfermedad inflamatoria del intestino es más común en los adolescentes. Bajo ella están clasificados el Crohn y la colitis ulcerativa En la colitis ulcerativa el sistema inmunológico ataca el colon causando calambres, diarrea, pérdida de peso y posiblemente fiebre, dice Muiños.
Ambas son más frecuentes en niños con un historial familiar las mismas y ambas pueden entrar en remisión o pueden volver a aparecer.

Ese fue el caso con Zolnoor, que estuvo bien por dos años luego de su diagnóstico inicial. El tratamiento fue con esteroides, inhibidores del sistema inmunológico y medicamentos dirigidos a reducir la inflamación en el tracto digestivo.

Entonces, un día, cuando se dirigía a la clase de inglés en Miami Dade College, sintió una “explosión masiva” en el cuadrante derecho inferior de la cavidad abdominal.
Resultó ser una infección causada por la enfermedad de Crohn que había perforado el abdomen de Zolnoor creando un abceso, dice Muiños. Tuvieron que someterlo a una cirugía para drenar el “grueso fluido verde-limón” que se había acumulado en el abceso, dice Zolnoor.
Los problemas relacionados a una condición médica pueden ser el resultado de la inhabilidad para digerir algunos alimentos, tales como el trigo o la leche.
Mientras que aquellos con enfermedad celíaca no pueden digerir gluten o productos de trigo, aquellos diagnosticados con intolerancia a la lactosa no producen la enzima que ayuda a digerir la lactosa, un azúcar natural en los lácteos.

También están los casos raros. Infantes que nacen sin una parte del intestino, tal como el Síndrome del Intestino Corto, en que falta una parte del intestino delgado. Eso disminuye la habilidad de los intestinos de absorber la nutrición.

El Programa de Rehabilitación Intestinal de la Escuela de Medicina Miller en la Universidad de Miami, proveen a esos pacientes con una alternativa para trasplante.
A través de nutrición recibida en forma intravenosa, los médicos y nutricionistas cuidan la parte existente y funcional del intestino del paciente para ayudarle a adaptarse y absorber la nutrición.
“Usted va trabajando continuamente dependiendo de su anatomía y dependiendo de qué parte del intestino falta”, dice García. “Cuando lo estás rehabilitando, el intestino es muy inteligente y trata de rehabilitarse a sí mismo”.

Para Zolnoor, cuya enfermedad de Crohn ha ido en remisión, la vida ahora se parece a lo que solía ser antes de tener la enfermedad. En enero próximo, comenzará a tomar clases en la Universidad Internacional de Florida, donde planifica estudiar química. Pronto, tomará también el MCAT (examen de admisión a la escuela de medicina). A menudo juega baloncesto con sus amigos y puede comer lo que desea, aunque lucha por mantener una dieta saludable.
“Creo que la enfermedad era algo que tenía que pasarme”, dice.

“Si tuviera que hacerlo todo nuevamente, lo haría. Cuando los jóvenes tienen 17 años suelen tener un ego grande. Pero el Crohn te coloca de nuevo en la tierra”.

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